miércoles, 7 de noviembre de 2012

Paseos por Andalucía, Baños de la Encina.

Baños de la Encina es un municipio de la comarca Norte, situado en plena Sierra Morena, en el que el área de cultivo, localizada al sur del término, es minoritaria, predominando el olivar. El olivar, la industria almazarera, la ganadería y la actividad cinegética marcan la actividad económica del municipio. Son numerosos los espacios naturales en el municipio, gracias a su orografía, flora, fauna y paisaje, destacando el poblado de El Centenillo, por ser un lugar pintoresco y apacible, el pantano del Rumblar o las ganaderías de reses bravas.
Baños de la Encina ha acumulado un rico patrimonio artístico que ha sabido conservar satisfactoriamente. Desde el castillo califal hasta la parroquial de origen gótico, desde la exuberancia barroca del camarín de su santuario hasta la austeridad blasonada del Concejo, desde el señorío de sus palacios hasta sus molinos del siglo XVIII, el pueblo conserva su identidad monumental que evoca su importancia histórica, el poderío económico de su nobleza y su interés por simbolizarlo arquitectónicamente. El centro histórico de Baños de la Encina fue declarado conjunto histórico-artístico en 1969 y tiene incoado expediente para su declaración como bien de interés cultural.

sábado, 29 de septiembre de 2012

Incendios de nieve

Ya ves, soy un loco y son más de las tres,
ya sé que está mal romper ventanas de un bloque
para encontrarte y decirte "no habrá más reproches".

Intento mostrarte que lo mío es real,
quise alquilar un cantante de peso
y, la verdad, me asusté al leer esos precios.

No serás capaz de odiarme,
tan sólo quería ilustrar
que quiero arriesgarme a conocerte
porque el miedo al fin cayó, al fin cedió.

Tú mira hacia abajo, llevo una banda especial,
doscientos sonámbulos que silban de miedo,
flautistas morenos y seis timbaleros, dos mancos
y espectros de noche que encontré en la ciudad,
como este anormal con un didgeridoo negro,
mal ventilado y peor de los nervios que yo.
No serás capaz de odiarme,
si lo he empeorado aún más
que bajen tus labios y me callen,
sino empezaremos a silbar.

Por si alguien aún duerme,
incendios de nieve y calor, calor,
a veces te pasas, incendios de nieve y calor, calor.

Y al parecer nos sienta bien pelear,
justo al contrario, fortalece más.
Supera esto, no serás capaz,
supera esto, no serás capaz,
no ...

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Películas para la historia. El circo

La película muestra al personaje Charlot de Charles Chaplin siendo perseguido por un oficial de policía, tras haber sido confundido con un carterista. Al correr hacia la carpa principal de un circo en un intento de escapar la ley, los dueños allí confunden su huida como parte de un acto. Como reconocen los beneficios potenciales, Charlot es contratado en el circo, aunque pronto es evidente que no puede ser divertido a propósito, sino solamente de manera espontánea.
En cada función, a causa de su torpeza, desencadena la hilaridad del público y se convierte en la estrella del espectáculo. Charlot se enamora de la bella Merna, hija del director del circo, pero ella prefiere a Rex, el funámbulo. Charlot sabrá aceptar esta decisión y provocar su unión antes de abandonar el circo.
El cineasta irlandés George Clarke descubrió que en la cinta El Circo, de 1928, una mujer aparece en una escena de los extras sobre la presentación de la película mientras habla y sostiene un aparato en la oreja, lo que Clarke interpreta como un teléfono móvil. Sin embargo, esta teoría es desechada por algunos que consideran que el objeto en cuestión podría ser un amplificador acústico, que comenzó a utilizarse varios años antes.

sábado, 31 de marzo de 2012

Volver a la niñez

Nunca he escrito sobre deporte y vivencias personales, casi todas mis entradas van sobre cine, música y fotografía, pero hoy he decido que ya toca.
Cuando era niño, recuerdo los domingos ir al estadio con mi padre, no era muy grato por mi parte, a mi el que me gustaba era el madrid con su quinta del buitre, Rafa Gordillo, Chendo y Hugo Sánchez (que era mi ídolo de estampas). La verdad que ir al estadio los domingos a ver a unos jugadores que ni salían en cromos, ni en la tele y ver un estadio vetusto, semivacío y lleno de jaramagos no era atractivo para un niño de apenas siete años. Lo más gracioso era el folleto que te daban donde cada marcador de primera división coincidía con una publicidad, y sobretodo cuando los hijos de los amigos de mi padre y yo ibamos a coger ranas, mientras nuestros respectivos padres disfrutaban del espectáculo. Fueron pasando los años, y las ganas de ir cada domingo al fútbol, ir a tomar antes un refresco al bar estadio o al bar gol, y ver el partido de turno no era una propuesta muy atractiva para mi, pero era como que tocaba, como el católico que va todos los domingos a misa. Iba obligado, pero claro todo tiene un antes y un después, con la llegada de un iluminado de pelo largo y barba poblada, creció el engaño al que algunos sucumbinos, nos vendió el subir a primera, a ver en nuestro estadio, en nuestra ciudad a los grandes jugadores que en mi niñez veía en las estampas y en la televisión, todo fue un engaño, un gigante con pies de barro. A partir de ahi, de esos ascensos no conseguidos logré desengancharme del Córdoba, ya no estaba mi padre que me obligaba a ir cada domingo al estadio, porque también mi padre acabó hastiado por el devenir de las circunstancias que rodeaban al equipo. Aunque pasa una cosa, que el equipo en una situación desastrosa económicamente, con jugadores de mi edad, con jugadores que han compartido mañanas en el instituto, lográ el milagro de subir a la segunda división del fútbol español, digo lo de milagro por las circunstancias que rodeaban al equipo en ese tiempo. A partir de ahí dejé de lado a la quinta del buitre, al madrid, al barça o al superdepor, a partir de ahí me picó el orgullo de ser cordobesista, de oir el himno y emocionarme, de aguardar impacientemente que llegué el fin de semana para ver a mi equipo, y sobretodo a sentirme orgulloso de mi equipo. Ya no es obligación por ir a animar a mi equipo, el sentimiento se ha tornado en devoción.

martes, 13 de marzo de 2012

Películas para la historia. Hombres errantes.

Hombres errantes (Lusty Men, 1952), es una obra extraordinaria. Pocas películas cuentan, con la inocencia y la claridad de Nicholas Ray, el sentimiento de volver al hogar. La escena en la que Jeff McCloud (Robert Mitchum) serpentea bajo su casa, después de veinte años, para sacar un viejo revólver de juguete y un cómic, refleja como ninguna, la esencia de retornar a casa. Jeff McCloud es una estrella del rodeo en decadencia, que regresa al pueblo en el que creció para intentar rehacer su vida. Su destino se liga al de una joven pareja de casados, Wes y Louise, interpretados por Arthur Kennedy y Susan Hayward. Cuando Wes, influenciado por la figura de Jeff, decida probar suerte en el rodeo, la tensión entre la pareja, y los recelos y el orgullo entre los dos hombres, harán saltar por los aires la relación. Hombres errantesLa película hace hincapié en esos temas que tanto gustan a Ray: la búsqueda de un hogar, la recuperación de las raíces y de la autoestima perdida, y sobre todos ellos, el amor redentor. De la película destaca el excelente montaje, que mezcla imágenes reales del rodeo con las imágenes rodadas, y que dan como resultado una atmósfera dramática, donde se combinan la tensión y el espectáculo. Es la historia de hombres que se caen y se levantan, de amores imposibles y de intereses egoístas, que se mezclan con el derribo del novillo, la monta de caballos salvajes y la tira del lazo. En palabras de Nicholas Ray: "Hombres errantes es una historia rodada con la ciencia del instinto y con la capacidad de reacción de los actores". Hombres errantes no es un western, trata de personas que aspiran a tener un hogar propio. Esa era la gran aspiración y la gran búsqueda americana en el momento en el que la película se hizo.

lunes, 5 de marzo de 2012

Películas para la historia. En un lugar solitario

La cinta es una de las dos obras maestras que regaló el director de culto por excelencia, Nicholas Ray, a Humphrey Bogart y su productora “Santana” (la otra es Llamad a cualquier puerta). No es de extrañar que Gloria Grahame -una de las grandes damas negras del celuloide- fuera la protagonista ya que dos años antes se casaba con el realizador. El matrimonio no duró mucho, pero fue muy sonada su boda con su último marido, Anthony Ray, a la sazón hijo de Nicholas. Parece que todo quedaba en familia. In a lonely place son múltiples películas en una sola, de ahí su enorme atractivo para cualquier cinéfilo. En primer lugar es una crítica feroz contra el propio Hollywood: el protagonista es un guionista amargado que no duda en enfrentarse a los productores, directores y estrellas echándoles en cara su falta de profesionalidad, ya sea por intereses comerciales o por simple arribismo. En cierta forma se puede considerar una obra autobiográfica ya que el propio Ray sufrió lo suyo para sacar adelante sus proyectos personales. Pero también es una cinta donde aparece uno de los temas preferidos de Nicholas Ray: las dificultades de la pareja (Gloria Grahame y un violento Humphrey Bogart) para vivir su historia de amor en un entorno hostil. En este caso, la presión de la policía -que cree que Bogart es el asesino de una camarera- no deja que esa convivencia llegue a buen termino.

”Nací cuando me besaste. Morí cuando me dejaste. Sólo he vivido las pocas semanas que me has amado” son frases que pronuncian tanto él como ella a lo largo de la película. La situación se repetirá en obras posteriores del mismo autor. Así, en Johnny Guitar, Sterling Hayden y Joan Crawford intentaban vivir su amor en el pasado y en el momento de la acción, pero el entorno social, la ambición y los oscuros antecedentes de Johnny como pistolero, hacían que les resultase imposible vivir juntos. Lo mismo les ocurría a los personajes que encarnaban James Dean y Natalie Wood en Rebelde sin Causa, esta vez la presión la ejercían la familia y sus propios amigos. Por último resulta interesante observar como Ray utiliza distintos puntos de vista en la trama. No sólo el del protagonista, como sucede en la mayoría de los filmes clásicos de la época, sino que a medida que la violencia se hace más patente, el punto de vista de Gloria Grahame cobra importancia y se alterna con el de Bogart hasta la resolución final. Y es que la actriz realiza una de sus mejores interpretaciones. Lejos de sus tumultuosos matrimonios y de su preocupación por su aspecto físico –se rellenaba los labios para darles mayor realce de tal forma que más de uno terminó con la boca llena de algodón después de haberla besado- Gloria Grahame era muy seria en su trabajo y una excelente profesional que cosechó importantes premios, entre ellos un oscar de la Academia.

En un lugar solitario es una película imprescindible para todos los cinéfilos en general y para los amantes del cine de Nicholas Ray en particular. Es un filme en el que se pueden analizar todos los elementos que luego Ray desarrollará en posteriores largometrajes; pero también es una cinta para disfrutar de las imágenes, de la trama y de... Gloria Grahame.




viernes, 17 de febrero de 2012

Películas para la historia. Jules e Jim

Uno de los temas más frecuentes en el cine de la Nouvelle Vague fue el amor, pero siempre desde una particular óptica. Así, observamos en estas películas unas relaciones pasionales y poco ortodoxas, en las que la razón juega por momentos con el más absoluto surrealismo. François Truffaut fue uno de los principales exponentes del grupo en lo concerniente a este cine romántico. Algunos de sus primeros y más destacados trabajos bajo este patrón fueron El amor a los veinte años (1962), La piel suave (1964) o Besos robados (1968), todas ellas precedidas por la inmejorable Jules et Jim (1961).

Esta última fue la tercera película del director francés, tras Los cuatrocientos golpes (1959) y Tirad sobre el pianista (1960). Supuso, además, la segunda adaptación literaria de Truffaut, en este caso de la novela homónima de Henri Pierre Roché, con el que volvería a trabajar en la conversión al celuloide de Las dos inglesas y el amor (1971), otro de sus muy valorados dramas románticos.
Jules (Oskar Werner) y Jim (Henri Serre) son dos escritores que comparten una gran amistad. Jim tiene éxito con las mujeres, mientras que Jules no sale de un fracaso sentimental para entrar de lleno en otro. Pero todo parece cambiar cuando Jules conoce a Catherine (Jeanne Moreau), una atractiva mujer, cuya aparición desafiará la fuerte unión que existe entre los dos amigos. Partiendo de este triángulo, conformado por dos actores desconocidos y una actriz consagrada tras el estreno, Truffaut construye una historia en la que el tema principal es el constituido por el conflicto entre la amistad y el amor. Su postura personal acerca de este enfrentamiento sentimental quedará clara en el inquietante desenlace.
El film sitúa en la segunda década del siglo XX un romance extravagante, que gira en torno a una enfermiza obsesión, donde existe un derroche de amor no correspondido, un planteamiento muy repetido en el cine posterior. Con esta base tan sólida, Jules y Jim llega a convertirse en una auténtica reflexión, bella y cruel al tiempo, profunda e inteligente -la película está llena de razonamientos explícitos-¬, que va mucho más lejos de lo perceptible con los sentidos, para apelar a un racionalismo olvidado.
Este juicio truffautiano sobre la convivencia imposible y excluyente entre el amor y la amistad inquebrantable, llevados al límite, al borde del abismo existencial, parece poner de manifiesto una concepción machista de las relaciones humanas. Es ciertamente contradictorio que el director francés, desde su atalaya de independencia y alternatividad en lo que al cine respecta, pudiera caer en un prejuicio que hoy sentenciamos tan caducado. La mujer es presentada como una arpía manipuladora de anhelos turbios, que nunca enfoca con claridad su objetivo. Tan sólo deja fluir el instinto en pos de lograr aquello que más y mejor le satisfaga en cada momento. Por supuesto, este comportamiento visceral tiene consecuencias, en forma de víctimas. Los señores, tan perdidamente enamorados que consienten cualquier perrería de su caprichosa amante, muestran una deportividad inverosímil y un compañerismo tan exageradamente cortés que su íntima amistad se encuentra bien cerca del roce homosexual. Mientras, ella se escuda constantemente en errores que achaca a los dos desgraciados para justificar su venganza, que no es sino la satisfacción transitoria de un efímero y placentero antojo.
Incluso, el análisis del cartel promocional de la cinta más difundido define con precisión los roles de los protagonistas: tan sólo una figura, la de Catherine que, como ella misma asegura a Jules y Jim, ahora es capaz de reírse, siendo antaño una persona dominada por la seriedad. La imagen muestra una de estas carcajadas contenedoras del efecto ilusorio de la repetida mofa de la mujer hacia la pareja de colegas. La pasión domina los actos de éstos y la despreocupación, mucho más fuerte -hasta el punto de apoderarse del tono de la obra- los de aquélla. El corazón se ha sublevado al seso en todos ellos, las hormonas se han disparado. Por ello, las idas y venidas de una Catherine despojada de toda reacción natural humana sugieren el planteamiento de un oportuno debate: ¿cuándo busca sexo y cuándo necesita amor y comprensión?
Jules y Jim también puede acoger una sugestiva lectura ideológica. Como gustaban los autores de la Nouvelle Vague, París vuelve a ser el centro de la acción. La diferente nacionalidad de los protagonistas sirve para acreditar el encaje de otras localizaciones y, de manera no poco forzada, el acontecimiento de la Gran Guerra. La victoria del bando aliado contribuye a un mal disimulado encumbramiento glorificador de Francia con el acompañamiento del himno, desfiles del ejército (combinadas con imágenes documentales de la contienda),... incluso, los dos amigos muestran una instantánea predilección por Catherine: esa mujer generadora de todo tipo de quebraderos de cabeza era la única francesa del trío femenino que les fue presentado. Al lado de esta grandilocuencia de lo galo, sobresale la paradoja de un sutil hermanamiento con los americanos en la lucha, pero no en el cine, puesto que, del negocio industrial impuesto por Hollywood, pretendía desligarse la vanguardia francesa.
Juiles y JimEl cine de Truffaut, pese a su sello original de inconfundible personalidad, porta una serie de rasgos comunes a las películas de los realizadores de su grupo. No es necesario llevar a cabo un examen exhaustivo de Jules y Jim para distinguir algunos de estos "elementos comunes o de influencia generacional". Una de las evidentes analogías la conforma el cúmulo de licencias y estilismos renovadores de la forma que, como se deduce de los ejemplos ofrecidos a continuación, no son más que señales que llaman la atención hacia un enunciado. El rostro de Catherine se congela subrayando, como comentábamos antes, la vivacidad que ha cobrado desde el primer encuentro con el par de pretendientes, con anterioridad sabido mustio y sombrío. Otro recurso de innovación formal común a la Nueva Ola lo constituyen los rótulos, como el impreso que acompaña y recalca la sentencia de Jules acerca de no compartir el amor de Catherine con Jim.
Por supuesto, no faltan las obligatorias referencias artísticas. Las incesantes menciones al teatro o a la literatura predominan en el círculo de bohemia pedantería en el que se mueven los personajes. Truffaut habla en este contexto de ese vacío repentino que ciega la inspiración del artista. Es posible que el amor aliente la imaginación, pero también puede provocar lo contrario, la más absoluta sequedad mental. Los dos escritores experimentan una relación tan intensamente artificial que sienten una increíble envidia sana hacia el otro. Ninguno parece saber con certeza lo que precisa para rellenar sus carencias y, sin embargo y curiosamente, se declaran felices.
Un narrador omnisciente, al estilo de Jean-Luc Godard apuntilla la información del triángulo amoroso para el espectador, como ocurría en Banda aparte. Es fácil hallar otras similitudes entre las dos cintas. Ambas son visualmente muy poderosas, y es que guardan un nexo fotográfico: Raoul Coutard. En cuanto a la trama, la obsesión de los dos novelistas por una mujer les hace generar una conducta irracional (en el pueblo se conoce al grupo como "los tres locos"; esto mismo pasaba en la de Godard, con los dos gángsteres seducidos por aquello que, para cada uno de ellos, representaba la ingenuidad de Odile. Finalmente, las dos películas definen su "filosofía de autor" poniendo en los labios de su fémina protagonista las estrofas de una canción: en Banda aparte, Odile entonaba un canto desesperado sobre la soledad y el conformismo social; en Jules y Jim, es Catherine la que canturrea una alegre composición sobre la infidelidad rodeada por tres de los hombres con los que mantiene relaciones sexuales. Sin embargo, en el film de Truffaut, la música - de Georges Delerue- goza de una fuerza superior, incluso, a la de las imágenes, bañando y transformando, como si de un personaje añadido se tratara, el significado de lo que hubiera supuesto un silencio cortante, por otro lado, también empleado aquí magistralmente con un significado propio.

lunes, 23 de enero de 2012

Dame tu camiseta

No fue un domingo cualquiera, me levanté temprano, desayuné, vi las noticias por la televisión y salí a comprar el periódico, hasta aquí todo muy normal. La anomalía llegaba, en que en esa mañana luminosa del mes de enero jugaba mi equipo. Después de todo lo anteriormente citado, me dirijo al estadio, como es de costumbre una hora antes del comienzo del encuentro con mi camara al hombro. Pese el rifirafe con el portero por una confusión absurda, entré por la puerta 01, y al llegar al cesped observé el estadio semivacío, era interesante el contraste del azul radiante del cielo, el verde oscuro del cesped y el blanco de los asientos. La hora del comienzo del choque se iba acercando, con los rituales habituales, salida de los jugadores al terreno de juego, bufandas en todo lo alto, el saludo entre capitanes, y un silencio casi sepulcral por el fallecimiento de la madre de un jugador. Al comienzo del partido me dirijo a mi sitio de siempre, observé la grada y me fijé en un niño con un cartel entre sus manos, en el que se leía "Borja, quiero tu camiseta", pasaban los minutos y el chaval no descansaba sus frágiles brazos, y seguía manteniendo sus brazos en tensión con el citado cartel y sin dejar de observar al habilidoso jugador. A esto, que al finalizar la primera parte del choque, me dirijo a el y le pregunto sobre el texto, el niño tímidamente me responde que su ídolo es Borja, que su ilusión es que le de su camiseta y que se haga una foto con el, que en su colegio se burlan de el cuando dice que su ídolo es un jugador del Córdoba y que no es ni Messi, ni Cristiano.
A día de hoy creo que el objetivo de mi equipo, el de mi ciudad, por el que sufro, disfruto y me enojo, ha sido cumplido con creces, porque gane, pierda o empate, ha logrado crear ilusión, sobretodo a los ojos de un niño.

viernes, 20 de enero de 2012

OTOÑO

Esparce octubre, al blando movimiento
del sur, las hojas áureas y las rojas,
y, en la caída clara de sus hojas,
se lleva al infinito el pensamiento.

Qué noble paz en este alejamiento
de todo; oh prado bello que deshojas
tus flores; oh agua fría ya, que mojas
con tu cristal estremecido el viento!

¡Encantamiento de oro! Cárcel pura,
en que el cuerpo, hecho alma, se enternece,
echado en el verdor de una colina!

En una decadencia de hermosura,
la vida se desnuda, y resplandece
la excelsitud de su verdad divina.


Películas para la historia. Manhattan

Isaac Davis (Allen), un ciudadano de Manhattan de 42 años, lo tiene todo en esta vida, si es que por todo entendemos un trabajo que odia,una novia de 17 años (Mariel Hemingway) a la que no ama y una ex-esposa lesbiana (Meryl Streep) que está escribiendo un libro en el que narra todo sobre su matrimonio y a la que desearía estrangular.
Pero todo cambia cuando conoce a Mary (Diane Keaton), la sexy e inteligente amante de su mejor amigo y se enamora perdidamente de ella. Abandonar a su novia, acostarse con Mary y dejar su trabajo es solo el comienzo de la búsqueda del amor verdadero y de la realización de uno mismo en una ciudad en la que el sexo es algo tan íntimo como un apretón de manos, y la puerta hacia el verdadero amor es...una puerta giratoria.

Películas para la historia. Lolita


Una magnífica adaptación de Stanley Kubrick acerca de la extraña pasión de un hombre de mediana edad por una chica joven. El emigrante europeo Humbert Humbert acaba de llegar a Ramsdale,New Hampshire. Humbert es un dramático y loco enamorado, tanto que concibe un plan maestro. Se casará con Charlotte. El director Stanley Kubrick explora el tema de la obsesión sexual (que volvería a tratar 37 años después en "Eyes Wide Shut"), con una comedia negra, conmovedora versión de la novela de Vladimir Nabokov. Consiguiendo de los protagonistas una de las mejores actuaciones de sus carreras, Kubrick logra un controvertido éxito propio del autor- y que hoy en día no resulta menos provocativo. James Mason interpreta el papel de Humbert, un personaje enrevesado y engañado, casado con una necesitada Charlotte (Shelley Winters); rival del ubicuo Clare Quilty (el camaleónico Peter Sellers); y extasiado por la alegre adolescente (Sue Lyon) de "nombre encantador, lírico y melodioso"- Lolita.