miércoles, 4 de mayo de 2011

La Fuensanta

A principios de siglo XV, vivía en el barrio de San Lorenzo un pobre artesano que se ganaba la vida lavando y cardando lana bajo los álamos que bordeaban el arroyo del Camello, allí en su barrio, camino de la Magdalena. Cuenta la historia que Gonzalo, que así se llamaba, tenía a su mujer muy enferma y la cuidaba en casa porque llegó a quedarse paralítica. La hija que tenía el matrimonio había perdido la razón de tal forma que el padre sólo vivía para las dos y apenas podía cuidarlas y alimentarlas.

Una calurosa y eterna tarde de verano Gonzalo se sintió desesperado y tan acosado de la necesidad que echó a andar, sin saber adónde iba. Cortó por Puerta Nueva y siguió la veredilla que llevaba al Río, por el arroyo de las Piedras, hasta que le cortaron el paso los tapiales de la huerta de Albacete. Mientras los rodeaba iba cogiendo moras de las zarzas que los cubrían y se iba olvidando su amargura. De pronto notó que delante de él, y también recogiendo moras, se le venían acercando dos hermosísimas jóvenes y un muchacho igual de radiante y hermoso. La primera doncella se diridió a él y le dijo: " Gonzalo, toma agua de aquella fuente que está bajo los árboles y dásela, con confianza en Dios, para que la beban tu mujer y tu hija, y sanarán de sus enfermedades".

Gonzalo ante aquellas palabras quedó atónito y no supo qué responder, pero en su corazón nació la esperanza y pensó para sí que tan bellas mujeres, seguramente, eran la Virgen María, de la que era muy devoto, y los Santos Patronos de Córdoba, San Acisclo y Santa Victoria. Esto estaba pensando, sin atreverse a hablar y ni siquiera a mirarlos, cuando el joven dijo: " Haz lo que te ordena la Madre de Jesús, que yo y mi hermana Victoria, porque somos patronos de esta ciudad, lo hemos alcanzado de la Virgen, Nuestra Señora".

El corazón de Gonzalo ardía en deseos de agradecimiento y deseaba empezar a cumplir lo mandado cuanto antes. Buscó con la mirada el agua de entre los árboles, y allí estaba, al pie de una higuera, manando la fuente. Quiso salir corriendo hacia ella pero volvió la vista hacia los mensajeros, que ya no estaban. Corrió a una alfarería cercana, trajo una vasija suficiente y nueva y con ella llena de agua marchó a casa. Corrió a contar a sus mujeres lo ocurrido y les dio a beber el agua. Las dos enfermas al poco tiempo sanaron y con ellas cuantos enfermos bebieron el agua de la sagrada fuente; de la Fuensanta.

Veinte años después de estos hechos vivía en la Albaida un pobre ermitaño que estaba al borde de la muerte por causa de una hidropesía incurable que lo atormentaba. Fue a la Fuensanta, bebió el agua y le curó; pero él pedía a Dios que le descubriese por qué aquel agua, y sólo el agua, le había curado.

El ocho de septiembre, festividad de la Natividad de Nuestra Señora, oyó una voz que le dijo, para su tranquilidad, que en el tronco de aquella higuera salvaje que crecía junto a la fuente había encerrada una imagen de la Virgen, y que, puesta allí por los antiguos cristianos, el árbol la había cubierto con su madera para hurtarla a los ojos de los moros, infieles y perseguidores de nuestra religión. A la mañana siguiente el ermitaño corrió a contar lo que había escuchado al señor Obispo. Éste hizo cortar el cabrahígo y, efectivamente, apareció dentro del cuerpo del ábol la sagrada imagen de la Virgen que se venera en el Santuario de la Fuensanta.

Para celebrar el hallazgo de la imagen, " acudieron las autoridades, el clero y casi todos los habitantes de Córdoba formando todos una procesión que en medio de gran alegría, aumentada por el repique de tantas campanas como entonces había, y del disparo de cohetes y arcabuces, llegó con la imagen hasta la Catedral y allí la depositaron hasta que se edificó en el lugar que ocupaba la higuera el primer humilladero junto a la fuente del gran agua milagrosa" (Ramírez de Arellano).

" Nota histórica: Reynaldo Don Juan el Segundo y siendo obispo de esta ciudad Don Sancho de Roxas, fue hallada milagrosamente esta Santísima Imagen en el hueco de una higuera cerca de la fuente que llaman Santa, año de 1420. El Cabildo de la Catedral en este sitio, heredad suya llamada Huerta de Albacete, le labró este Santo templo y colocó en él la Imagen con procesión general".

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